En días atrás en un mensaje de Twitter alguien cuestionaba el por qué nos marchamos los cubanos de la isla. Soy de la generación que nació con la Revolución, crecí con ilusión, y entrega a la sociedad, orgullosa de mi pañoleta el día que me hice pionera, colaborando en todo cuanto condujera al “desarrollo de mi país”, mi abuela, con la que crecí, no las tenía todas con los nuevos gobernantes, aunque no creo oportuno perderme en sus razones, por lo que mi amor y entrega incondicionales no me venian de casta, eran el fruto de una ilusión que muy pronto había calado a la gran masa de cubanos que a lo largo de su historia habían vivido dictaduras, persecuciones, muertos luchando contra los gobernantes, todo esto unido a grandes diferencias sociales, en un país en el que no existía la clase media y había un alto porcentaje de analfabetismo, problemas de vivienda que afectaban a una buena parte del pueblo, en definitiva gente inmensamente rica, muy pocos comerciantes con más o menos recursos y un gran número de desfavorecidos, por lo que crear ilusión en aquella gente no fue difícil y en ello no poco tuvieron que ver leyes como la de Reforma urbana, que ayudó a terminar con los desahucios muy comunes en la Cuba de aquellos tiempos, la Ley de Reforma agraria que repartió las tierras expropiadas entre los campesinos y muchas otras medidas de corte popular, de todo esto nació mi ilusión y la de la mayoría de chicos de mi generación.
Crecimos escuchando las bondades que el socialismo ofrecía, el progreso económico, la justicia social, la libertad de nuestro pueblo, la que nunca antes había conseguido desde la independencia de la Metrópoli española ya que se había transformado en una semicolonia americana, cuando la realidad era que nos convertiríamos en casi lo mismo, pero en este caso de la URSS, más como en la práctica esto no era tan visible y éramos testigos de cómo se construían escuelas, hospitales, viviendas, se llevaba la electricidad hasta las zonas más intrincadas en las montañas, se construían carreteras nos sentíamos comprometidos, eran los tiempos en que todo estaba racionado, pero cubría las necesidades aunque sin lujos y si algo faltaba los mayores no nos lo hacían ver. También en estos años se trabajaba por el progreso industrial y para ser justos avances hubo, pero todo subvencionado por el Campo Socialista con el único objetivo de tener un punto en América que les permitiera ejercer, aunque fuera un mínimo punto de presión en medio de la guerra fría.
Más tarde cuando empezó a fallar el sistema Socialista mundial, cuando la economía no avanzaba, cuando había que ajustarse el cinturón y ya éramos capaces de entender, "el sacrificio era justo", tendríamos un país mejor, un vida mejor y nuestros hijos lo disfrutarían más que nosotros. A partir de este punto todo comenzó a girar, pero en eso entraremos mañana y veremos cómo y por qué empezamos a marcharnos los cubanos.
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