Las malas noticias

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No existe para un emigrante una noticia peor que cuando le avisan de la enfermedad de un familiar cercano y si esta enfermedad tiene un mal pronóstico en su evolución y el emigrante es cubano, entonces deja de ser una mala noticia para convertirse en un sunami emocional, pongamos además el caso de un cubano que sale de la isla adolescente junto a su familia, que no regresa en años y un día recibe la peor de las noticias, que un abuelo está en estado grave ¿cuál es su primera reacción? ¡Me voy a Cuba! Pobre iluso, el cubano que se marcha de la isla, aun cuando lo haga de niño y su marcha no tenga nada que ver con otra política que no sea la supervivencia, la busca de un nuevo destino económico, ese que en su pasaporte, ya caducado, muestra una carita de adolescente asustado, ignora que a paratir  del momento en que decida poner un pie en su tierra, la que considera su Patria, la que lo vio nacer comienza un largo camino que se inicia con el viaje a un consulado, casi siempre distante, no hay un consulado por provincia en ningún país extranjero, una vez allí el encargar la elaboración de su pasaporte, de inicio las fotos no puede traerlas pues deben tener unas dimensiones especiales y debe tenerlas muy presente, a continuación tendrá que pagar cuantas tasas existan en ese momento, cosa que es variable pero con una cuestión que no cambia, los precios y por último esperar cuantos días tarde el documento que en casi ningún caso será menos de un mes.

Cuando este joven, triste y asustado, escucha toda esta información de boca de sus más cercanos su reacción inmediata es, "que va, si yo soy de nacionalidad x" es decir del país donde reside, pobre cubano que ignora que con ese pasaporte puede ir a cualquier lugar del mundo menos a uno, su país. Esto si es una mala noticia.