lunes, 7 de marzo de 2016

Cuba y la libertad de expresión


En cualquier país de mundo actual y como parte de la campaña que durante años han hecho los organismos internacionales sus habitantes gozan de una total libertad de expresión, incluso en países como China o Corea del Norte, en los que desde luego no gozan de forma plena este derecho recogido en la Declaración Universal de los  derechos humanos de, al menos hay cierto grado de apertura, aunque desde luego bajo el control y supervisión de sus gobiernos, en el caso de Cuba en este sentido no hay un mínimo de apertura y el cubano si no es censurado se autocensura.
Personalmente tuve una vivencia que me hizo tomar conciencia hasta donde en Cuba no es que sólo existan limitaciones en decir lo que se piensa, sino que simplemente, hay que decir lo que es más oportuno para el beneficio de las autoridades. En los primeros años de la década de la los 90, en una ocasión tenía que preparar un trabajo sobre el 10 de octubre de 1868, el día en que se inició la guerra por la independencia de Cuba frente al Imperio español con el levantamiento de Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua; pero por esas cosas de la vida andaba yo liada y muy mal de tiempo para consultar fuentes y elaborar mi trabajo sobre sólidas bases históricas y por tal de no desplazarme a la Biblioteca Provincial consulté lo que tenía a mano en casa,  el libro de Efemérides del Partido Comunista de Cuba, que por otra parte abordaba cada suceso histórico en profundidad y con la debida seriedad y respeto al acotar debidamente cada una de las fuente bibliográficas consultadas, de este libro extraje el fragmento del discurso pronunciado por Carlos Manuel de Céspedes en el  momento de iniciar su levantamiento, completé mi trabajo y toda orgullosa me fui a entregarlo a la persona que por encima de mi debía darle su aprobación. Cuál no sería mi sorpresa cuando al día siguiente esta persona me dice que mi trabajo no era apropiado y que debía volverlo a hacer, la respuesta a mi obligada interrogación fue simple: “esto es una arenga a la insurrección de la gente”. No les cansaré con el final de la historia, pero lo que estaba claro es que, en la Cuba del período especial, la de la peor época de vicisitudes y escaseces, la de los inicios en la autorización del dólar, la que sirvió de abono para el resurgimiento de lacras como la prostitución, en esa cuba Carlos Manuel de Céspedes hubiera sido silenciado, aun cuando fuera militante del Partido Comunista de Cuba y hablara en su nombre.
Nunca he entendido el por qué en mi país, que lleva 57 años diciendo que lucha por y para el pueblo, la gran masa de cubanos, los de allí, no los de fuera tiene que ser silenciada, la libertad de un pueblo para enaltecer o criticar sus gobernantes es uno de los pilares de la democracia, si desde siempre se hubiera podido criticar el funcionamiento de instituciones o la labor de sujetos en cargos públicos que deberían haber trabajado para el  pueblo se hubieran evitado muchas de las lacras que con el declive económico han florecido en el país. Vivo en un país donde impera el orden y el respeto, donde ha habido una profunda crisis económica y a pesar de que cada ciudadano de este país tiene la libertad de tanto en los medios de comunicación, como en la calle, en el trabajo, en un medio de transporte donde tenga la oportunidad critica al gobierno y a sus dirigentes y les llama lo que sea necesario, donde vivo las cosas se llaman por su nombre y aun así esta sociedad ha sorteado los escollos económicos, es cierto, aquí también han surgido elementos aprovechados que han usado sus cargos públicos para el enriquecimiento personal, pero justo gracias a la libertad de expresión y a la separación de los poderes del Estado se ha podido atacar esta lacra.
Cuando en las mañanas busco las noticias del día en los debates políticos de las cadenas de televisión o radio me encuentro que en una mesa hay cinco o seis periodistas con posicionamientos políticos diferentes, entre ellos se producen debates encarnizados y cómo es lógico, cada programa cuenta con un moderador, es decir el conductor del programa que marca los tiempo y se preocupa porque no hablen todos a la vez, jamás alguien que intenta regular lo que cada cual dice, todo lo contrario, por ácido y agrio que sea lo que cada uno expresa están en su derecho de con toda libertad hacerlo, de igual forma hay programas y cadenas con una marcada tendencia o a la izquierda o a la derecha, pero para eso tengo una cosa que se llama mando a distancia, entonces cambio de cadena y escucho lo que quiero oír o me voy a la más plural, en cualquier caso el debate abierto que propicia la libertad de expresión par cualquier gobernante más que un arma letal puede ser un gran aliado, desde luego, para eso se ha de estar gobernando en función de los intereses del pueblo.