Recordando
esta frase tomo conciencia y veo que después de tantos años fuera de Cuba me
resulta caduca, entonces me pregunto si para la gente que ha permanecido viviendo
allí aún es actual, y sigue formando parte del lenguaje político y académico, e incluso
que no pocos la “sufran”, creo que mis pensamientos han estado bajo la
influencia de la visita del presidente americano primero y el concierto de los
Rolling Stones después, porque junto a esta, no cesan las evocaciones a
mi época de estudiante en la Escuela en el Campo (que no al campo), en plena
adolescencia y en la que una compañera del mismo curso tenía una radio a pilas,
aquellas radios soviéticas en las que podíamos escuchar emisoras en FM y que
generosamente Rosa compartía con el resto, recuerdo que mientras en la noche todos se reunían en las áreas
recreativas, las más allegadas a Rosa, nos turnábamos para escuchar música en
inglés a escondidas, resguardadas en nuestras literas por los mosquiteros, con
la radio pegada al oído y entre pitidos e interferencias, “disfrutar” de lo que
buenamente llamábamos música, aquello que alcanzábamos a escuchar rock, blues,
jazz, hasta que la profesora de guardia en su ronda, se acercaba y apagábamos la
radio a toda velocidad, porque en el caso de ser sorprendidas, se nos acusaba
de diversionismo ideológico, lo que
implicaba castigos que podían ir desde una amonestación o un castigo, hasta incluso la expulsión de la escuela en caso de
ser reincidente, aunque la gravedad de la sanción solía ser directamente
proporcional al nivel de ignorancia de quien nos sorprendiera.
Me cuesta
pensar, que después de más de cuarenta años, en Cuba se use la misma
terminología y más aún que actualmente se sigan categorizando a los cubanos en
función de su nivel de compromiso con la “Revolución”, aunque soy consciente
que pensar lo contrario, es sólo fruto de la distancia física y mental y de la
posibilidad que nos da esa distancia para ver la vida desde una óptica evolutiva,
tan es así, que no me resulta nada fácil entender las motivaciones del gobierno
cubano para no trabajar sobre lo corrompido, porque esto difícilmente sea
invisible para ellos y deben ser conscientes que de aquella Revolución que
llegó a las calles de Cuba el 1º de enero de 1959 y de la posterior República
Socialista de Cuba proclamada el 16 de abril de 1961, poco queda en el ideario
colectivo de los cubanos, cómo atrás han ido quedando los sueños de todo un
pueblo por una “vida mejor, en un mundo mejor”, si ello depende de mantener el
“socialismo”.
En el siglo
XX, en el mundo se produjeron cambios que han llevado a las clases trabajadoras
a conseguir avances y han permitido elevar el nivel de justicia social en
muchos de los países del mundo, incluidos los latinoamericanos, el capitalismo
en sí mismo ha ido evolucionando, el mundo capitalista sabe que sólo con una
clase obrera satisfecha el mundo avanza, y aunque intenten exprimir al máximo, saben que los obreros tienen en sus manos la economía
mundial y mientras en el mundo los trabajadores y los pueblos han ido ganando derechos,
en Cuba los han ido perdiendo.
Lo más urgente
para nuestra tierra, es que sus gobernantes tomen conciencia de que el único
camino para su subsistencia es adaptarse a los nuevos tiempos aprendiendo de
sus propios errores, no se trata de borrar 57 años de sacrificio de todo un
pueblo, se trata de poner en marcha su economía garantizando la estabilidad,
reconstruyendo no sólo cuantos destrozos físicos han producido estos años, sino
los morales, los éticos, incluso las raíces más autóctonas perdidas ya por más
de una generación, basta preguntarle a un cubano de 45 años hacia abajo cuáles
son los platos típicos de su región y veremos cómo todo queda reducido al arroz
congris, los tostones, la ropa vieja y algunos platos más que a diez no llegan
y que no son ni de Baracoa, ni de Pinar del Río, simplemente de Cuba. Y para
reconstruir todo esto, igual que se ha reconocido que hablar con un presidente
Norteamericano o asistir a un concierto de una banda de rock, no es motivo para
estigmatizar la ideología de un pueblo, permitir que el cubano trabaje y si es
capaz de hacerlo por su cuenta (mejor), tampoco es motivo para que ese hombre o
mujer transforme su ideología, que el cubano opine y participe en el destino de
su pueblo, que pueda elegir entre los que considere más capacitados y justos
para bajo su guía avanzar cómo país y muchas otras libertades de las que hoy
disfrutan la mayoría de los países del mundo, no tiene por qué debilitar la
unidad de nuestra gente, la fortalecería en torno al concepto de nación y al
amor patrio. Hoy, el concepto “diversionismo ideológico” tal y como lo definió
Raúl Castro en el año 1972 no responde a la realidad cubana, porque la
totalidad del pueblo cubano no es socialista, ni incluso, muchos que militan en
el Partido Comunista, más cómo una vía de tapar sus vergüenzas que por
convicción, borrar conceptos envejecidos y obsoletos son el mejor camino para
que todo nuestro pueblo, a pesar de su diversidad, pueda avanzar y encontrar el camino de la recuperación.