viernes, 25 de marzo de 2016

¿Por qué no hay presos políticos en Cuba?


Corrían los años 60 y mis pensamientos eran infantiles, por lo que no sabía discernir entre ciertas cosas que sucedían en mi entorno, mi abuela paterna andaba muy nerviosa porque mi primo había desparecido, después de unos días sin tener noticias, no sé cómo se supo que estaba detenido ¿Qué había hecho mi primo tan bueno y cariñoso? Me preguntaba y a cuantos tenía a mi lado, hasta que un día me explicaron que había intentado marcharse ilegalmente de Cuba,  por lo que lo  habían encarcelado, más tarde vino el juicio, como siempre andaba rondando por allí escuché que le habían condenado (no recuerdo a cuantos años) y que a partir de ese momento era un preso político, aunque mis seis o siete años no me permitían entender el significado de aquellas palabras,  tuve mucho tiempo para aprenderlo, porque mi primo resultó ser un hombre rebelde que no desaprovechaba oportunidad para arremeter contra el gobierno y gritar a los cuatro vientos, que prefería mil veces estar en Estados Unidos esclavo de los yanquis, que vivir aquella dictadura.
Aunque muchas veces acompañé a mi tía a la cárcel, de lo que a menudo recuerdo cuando nos sentábamos en un gran salón, con unas mesas largas llenas de gente, a la espera de escuchar su nombre Eliseo Juliá y verle aparecer por una ancha puerta, después que abrieran una reja, con su enorme sonrisa y los brazos abiertos para cubrirnos de abrazos y de besos, yo iba creciendo y de cada vez me sentía más identificada con la sociedad en que vivía y en la misma medida iba adquiriendo un mayor  nivel de compromiso con la Revolución, cosa que por otro lado, él no  cesaba de echarme en cara en cada uno de nuestros encuentros. Cuando me hice mayor y dejé mi pequeño pueblo, para irme a estudiar a la capital de la provincia, siendo ya toda una joven, mi primo aún estaba en la cárcel, yo por ese entonces ya no iba a verle y militaba en la Unión de Jóvenes Comunistas, creía en el Socialismo, cómo único camino de acabar con las injusticias en el mundo y de hacerlo mejor, por lo que estaba segura de que nuestro país estaba en la ruta correcta y achacaba que este llevara más de quince años encarcelado a una mala conducta de su parte. Cuando en el año 1980 se produjeron los hechos que propiciaron la salida de los presos políticos de Cuba, mi primo formó parte del grupo que partió rumbo a Estados Unidos, nunca más he sabido de él, a pesar de que era casi un hermano para mí, al poco tiempo recibí una carta suya a la que respondí, pero no hubo ninguna más. Fueron muchos años intentándonos convencer mutuamente de estar equivocados, con respeto y con cariño de verdad, pero con posiciones políticas muy distantes, nunca entendí como un chico, hijo de un carbonero, sin estudios y sin un pasado político pudo convertirse en lo que entonces llamaba un contrarrevolucionario, sólo y únicamente porque un día decidió con un grupo de amigos subirse a una balsa para buscar un futuro diferente, hoy entiendo que la cárcel, el encierro y vaya usted a saber qué cosas vividas en ese ambiente influyeron en sus motivaciones.
Han pasados 36 años de su partida muy a menudo pienso en alguien, con quien  además de tener lazos filiales y un inmenso cariño muchas veces contradije e intenté convencerlo de su error y que  de haberse quedado en Cuba, e intentar su “aventura” unos años después, jamás hubiera sido considerado un preso político, porque el gobierno de la isla hizo cambios en la Constitución y el Código Penal, es decir, que lo que en los años 60 era un delito contra la seguridad del estado se convirtió en un delito común. Hoy en Cuba hay vigente un Código Penal tan estricto y pensado para enjuiciar todo aquello que represente una manifestación de oposición o descontento con el estado y sus órganos de control como un delito común, por lo que difícilmente se podrá encontrar en el país un solo preso político, porque entre los tantos que hayan resultado enjuiciados por manifestarse, expresar su contradicción con el gobierno o enfrentarse a la policía, encontraremos presos condenados por desacato a la autoridad, desorden o escándalo en la vía pública, antisociales o cualquier otra figura jurídica creada y pensada para burlar la convención de los derechos humanos y cuantas  organizaciones internacionales les hagan reclamaciones al respecto, lo que una vez más demuestra la in-conexión del Estado Cubano con la realidad, porque semejantes formas, al único camino que realmente le conducen es al desprestigio.


No es serio este cementerio (J.M.Cano)



Colgado del cielo
por doce cipreses        
doce apóstoles de verde
velan doce meses
a la tapia en ruinas
que lo delimita
le han quitado algunas piedras
para hacer la ermita
tiene mi cementerio una fosa común
donde estamos los héroes de cuba
los domingos los negros no dejan dormir
pues les da por cantar misa luba
Estribillo
Y los muertos aquí lo pasamos muy bien
entre flores de colores
y los viernes y tal
si en la fosa no hay plan
nos vestimos y salimos
Para dar una vuelta
sin pasar de la puerta eso si
que los muertos aquí
es donde tienen que estar
y el cielo por mi
se puede esperar
Este cementerio
no es cualquiera cosa
pues las lapidas del fondo
son de mármol rosa
y aunque hay buenas tumbas
están mejor los nichos
porque cuestan más baratos
y no hay casi bichos
El panteón familiar
de los duques medina y luengo
que, aunque el juicio final
nos trate por igual
aquí hay gente de rancio abolengo

Seguramente cómo leí en una ocasión, cuando José María cano escribió esta canción lo hizo con la intención de abordar de una forma tragicómica lo efímero de la vida terrenal y sus banalidades. Llegó a mi vida de forma tardía, en la Cuba de los 80, casi nunca la música que nos llegaba desde fuera de nuestras fronteras era el último hit, por lo que este tema llegó a mi vida a principios del 94, es decir casi diez años después de salir el disco de Mecano, desde el primer momento en que lo escuché no pude evitar asociar su letra  con la realidad de Cuba y es que, o yo tengo mucha imaginación, o no hay una metáfora más acertada para describir la realidad cubana, desde los 12 combatientes que quedaron reunidos después del desembarco del Granma,vestidos de verde por supuesto, pasando por el encierro de los cubanos en las imaginarias fronteras de una isla cayéndose a pedazos, pero eso sí, con buen humor, aunque de allí no se pudiera sacar la nariz, hasta llegar a las lápidas de mármol rosa,  sugerentes (al menos para mí) de las buenas intenciones que innegablemente condujeron a la Revolución, para terminar con las evidentes diferencias que, de algún modo, siempre ha habido en Cuba entre la vida de los dirigentes y la del pueblo. Tal vez José María Cano no se tomaría a broma mi interpretación tan personal, incluso le molestaría e imagino que mucho menos el Comandante en Jefe, aunque gracias al él ahora escribo esta entrada.
Entre mis lecturas de la mañana encontré un blog en el que se analizaba el artículo escrito por el respetable Gabriel García Márquez, El Fidel Castro que yo conozco, que desde luego no me dejó indiferente, sobre todo dos párrafos en los que relata:

“…José Martí es su autor de cabecera y ha tenido el talento de incorporar su ideario al torrente sanguíneo de una revolución marxista. La esencia de su propio pensamiento podría estar en la certidumbre de que hacer trabajo de masas es fundamentalmente ocuparse de los individuos…”
“…Una cosa se sabe con seguridad: esté donde esté, como esté y con quien esté, Fidel Castro está allí para ganar. Su actitud ante la derrota, aun en los actos mínimos de la vida cotidiana, parece obedecer a una lógica privada: ni siquiera la admite, y no tiene un minuto de sosiego mientras no logra invertir los términos y convertirla en victoria. Nadie puede ser más obsesivo que él cuando se ha propuesto llegar a fondo a cualquier cosa. No hay un proyecto colosal o milimétrico, en el que no se empeñe con una pasión encarnizada. Y en especial si tiene que enfrentarse a la adversidad. Nunca como entonces parece de mejor talante, de mejor humor. Alguien que cree conocerlo bien le dijo: Las cosas deben andar muy mal, porque usted está rozagante…”

Leer tales afirmaciones acerca de Fidel Castro, de inmediato condujeron mis pensamientos a la canción de Mecano y aunque García Márquez estaba abducido (como casi todos) por la inteligencia de Fidel, creo que justamente uno de los mayores errores de Fidel ha sido ejercer el control de las masas y a través de estas de los individuos, porque la forma en que la sociedad cubana está estructurada, si una cosa facilita, dada la cantidad de organizaciones creadas Comité de Defensa de la Revolución, Federación de Mujeres Cubanas, Central de Trabajadores de Cuba, Federación de Estudiantes de la Enseñanza Medias y cientos de ejemplos más que se pueden nombrar, han servido durante años como medio de control sobre los habitantes de Cuba, desde la puerta de su casa, hasta en su actividad diaria y ¿por qué pienso que es su mayor error? Es muy sencillo todo ese control en lugar de evitar “desviaciones” en el seno de la sociedad no han sido más que un medio de distracción de la atención mientras el pueblo fue perdiendo terreno en sus libertades en la misma medida que perdía valores.
En cuanto a su afán de victoria y su obsesión para conseguir sus objetivos esto es indudable, gracias a esa obsesión, no rectificó a tiempo en modelo de país que estaba “construyendo”, ni aun cuando el efecto dominó condujo uno a uno a los países Socialistas europeos a la caída del sistema, Fidel Castro fue capaz de rectificar ni un milímetro y continuo en sus trece. Ni por un momento dudo de las intenciones con las que este hombre inició la lucha contra la tenaz dictadura de Batista, pero hubo uno en el camino, en el que su brillante inteligencia perdió el Norte y se apagó su luz oscureciendo la de todo un pueblo.