miércoles, 30 de marzo de 2016

El silencio de los corderos


En el mundo de hoy, gracias a las nuevas tecnologías, cualquier creador puede pasar del anonimato, a verse convertido en un fenómeno viral, sobre todo el en campo de la comunicación audiovisual y con mayores posibilidades si el tema de su publicación es actualidad, gracias a internet, nombres que hace algunos años hubieran tenido grandes dificultades para hacerse un hueco en el mundo de las comunicaciones, teniendo frente a sí obstáculos geográficos, burocráticos o la cuota de poder de medios de comunicación consolidados históricamente, hoy tienen la posibilidad de competir en igualdad de condiciones, así nadie se cuestiona por qué, la foto del niño sirio Aylan, ahogado frente a las costas de Turquía, se convirtió en símbolo de la tragedia de los refugiados que buscan amparo a las puertas de Europa, lo que sí es difícil comprender son,  las motivaciones por las que el autor de la imagen o vídeo de mayor relevancia en un momento determinado, incluso de importancia histórica, evada firmar dicho trabajo, porque aunque todo creador en principio se dedica a ello por vocación y con amor, cuando su obra recibe el crédito internacional, difícilmente no se rinda ante la perspectiva de un reconocimiento que enriquecerá su trayectoria artística.
Durante 57 años en Cuba, hemos crecido tres generaciones acostumbrados a mantenernos dentro de las normas y leyes establecidas por el gobierno, pero sobre todo a callar, de este modo, hasta la más insignificante expresión de contradicción con las autoridades, el cubano antes de abrir la boca mira a su alrededor. Hoy, algunos representantes de las nuevas generaciones de cubanos, poco a poco y después de los cambios hechos por Raúl Castro se han atrevido a hablar cuestionando el funcionamiento de algunas instituciones, pero pocos ejemplos encontramos, el callar, el  no cuestionar, el evitar hacerse visible como alguien que piensa distinto, a veces se nos antoja como algo incorporado en nuestro ADN, porque los cubanos no sólo callamos dentro de la isla, incluso fuera, nos cuesta expresar nuestras posiciones respecto a su política, este post será la entrada número 39 en esta publicación y en ninguna de estas ha habido una sola crítica a mis palabras, ni a favor, ni en contra, me niego a creer que entre los miles de lectores que han pasado por sus páginas no haya quienes estén en desacuerdo ya sea de forma total o parcial con mis opiniones o perspectivas de futuro y cómo soy optimista, tampoco creo que no haya quienes no aprueben aunque sea una de estas; pero no, el cubano “no se moja”, el temor al precio que puedan tener sus palabras es muy superior al impulso para defender sus ideas.

Por estas mismas razones, el fotógrafo cubano que consiguió
la instantánea que más se ha visionado en las redes, sobre la llegada de Barack Obama a la isla, no quiso firmar dicha foto y mantener su anonimato, no porque estuviera haciendo nada ilegal, hacía su trabajo, pero su condición de fotógrafo del diario oficial cubano Granma (aunque económicamente no cubra sus necesidades) y por otro lado (aunque no esté regulado oficialmente en Cuba), el no ofrecer información a otras agencias internacionales de prensa, pudieron motivar tal actuación,  pero la actualidad pudo más, el empuje, el movimiento que caracterizan la información en el mundo de hoy, condujeron a Yander Zamora a mostrarnos el rostro del fotógrafo cubano, que supo concentrar el significado del domingo 21 de mayo de 2016 en una imagen.