domingo, 10 de abril de 2016

La necesidad de acabar con el limbo de la legalidad económica.


En Cuba el  gobierno busca el modo de avanzar por una senda de progreso y para ello, pone todas sus fuerzas en el establecimiento de relaciones comerciales con otros países del mundo y aunque sus mayores esperanzas miran fijamente al Norte cercano y “peligroso”,  sus expectativas no desdeñan a inversores europeos, en principio menos “injerencias”, por tanto, menos “riesgos”, la realidad, es que para cualquier inversor extranjero, deben estar garantizadas un mínimo de medidas, encaminadas a conseguir el rendimiento del capital desembolsado, por lo que las autoridades en la isla, tendrían que mirar un poco más hacia dentro, analizar las condiciones económicas imperantes  e intentar asegurar un contexto tranquilizador, en el que los nuevos inversores tengan la certeza de que su dinero no caerá en saco roto, lo contrario, es un autoengaño del que nadie sale beneficiado.
Cuando Cuba tuvo que enfrentar la caída del campo socialista y ante las penurias que el mal llamado “período especial” impuso a nuestro pueblo, se pusieron en práctica algunas variantes de producción y servicio por cuenta propia, alternativas a las empresas estatales  y de las que se vieron beneficiados, artesanos, algunos oficios y el sector de la gastronomía, pero las cosas claras, en Cuba o se adopta un sistema económico mixto o nunca saldrá del bucle en que cayó al intentar “aliviar” la tan acusada crisis económica, que le produjo perder la “financiación” de la URSS y por otra parte, hacer hoy, ondear la bandera del socialismo es poco menos que inmoral, no es justo que al pueblo se le mantenga en condiciones de vida penosas, en defensa de el “socialismo y la igualdad social”, cuando el gobierno hace negocios con empresas extranjeras cuyos beneficios, al menos en un 45% se marchan del país, cosa que es normal, porque quien invierte su dinero en una empresa, no es un “alma caritativa” que va allí a darle de comer al cubano, es un empresario que invierte su capital para obtener una plus valía y sin esta no hay negocio, por tanto, lo más digno, justo y lógico es que de la misma manera el cubano pueda invertir, poner en marcha empresas y obtener beneficios por ello y al gobierno le correspondería administrar la sociedad de modo que haya equilibrio y justicia social, eso sería de verdad seguir el rumbo  de mejorar la vida del pueblo, todo lo contrario de los resultados a los que conduce el modelo actual a la sociedad cubana.
Para sanear nuestra sociedad es indispensable que esas formas de trabajo por cuenta propia que comenzaron con el “período especial” tengan un soporte legal, no se muevan en el límite entre la legalidad y la corrupción y se ajusten a un modelo que garantice, un mínimo de normas en la prestación de sus servicios, es necesario, que exista un abastecimiento mayorista garantizado, que el gobierno, además de poner a su disposición la venta de las materias primas necesarias para desarrollar su actividad y al mismo tiempo, que autorice a los productores de estas la venta de su producciones, por poner un ejemplo, al pescador que pueda vender a las paladares pescados y mariscos de sus capturas, de este modo se rompería la cadena de compra venta en el mercado negro y además, se garantiza que los productos que se comercien (en este caso) para el consumo humano, estén sometidos a controles sanitarios. La realidad es que con el sistema actual, las paladares en teoría no pueden vender marisco, pero en la realidad la cosa es muy diferente, por otra parte el turista que visite la isla siempre va a preferir este tipo de comida a la que pueda ofrecer cualquier otro restaurante por lujoso e incluso barato que sea, el turista prefiere la cercanía con la gente común y por otra parte tenemos que en la mentalidad de las autoridades está, no sólo tener el producto en exclusividad en sus restaurante, sino dedicar parte a la exportación, lo cierto es que haciendo las cuentas, lo que pueda sacar de beneficios por estos caminos o lo pierde  cuando alguien se lleva los camarones del combinado  pesquero o del hotel, o lo pierde cuando el turista no va a su restaurante, mientras que dándole a los que tienen pequeños negocios este servicio, sea por vía directa o por parte de los pescadores, la ganancia del estado estaría garantizada, en las ventas que hicieran, en los impuesto que cobrarían y hasta en el prestigio de la gastronomía cubana, tan importante como reclamo a los visitantes.
Para una economía como la de nuestra isla, la gallina de los huevos de oro es el turismo, pero hay que cuidarla y abrir las puertas del mercado interno es una de las formas de hacerlo, en la paladar la comida que ofrezcan ha de ser la mejor y el artesano que vende sandalias en la feria, también ha de saber que su producto debe tener la mejor calidad, el mejor diseño y un precio justo y el que se ofrezca como guía de turismo debe saber que ha de hacerlo con respeto y mostrarle lo mejor del lugar donde se encuentren, dejando claro desde el primer momento precios e itinerarios y el Estado regulando estas actividades ganaría desde el punto de vista económico y moral, porque lamentablemente, todas estas se realizan hoy en día sin una estructura legal beneficiosa para ambos, es decir el estado y el trabajador y en el caso de los guías normalmente desarrollan tal actividad al margen de la ley lo que en ocasiones da pie a situaciones amorales que en nada benefician el prestigio de nuestra isla.

Por todo esto, por el bien de los que se dedican a estas actividades, por el beneficio que pueden reportar para el país, por los ingresos que pueden aportar al estado y porque un día toda la plusvalía que se produzca en Cuba quede allí y enriquezca nuestra  isla, es necesario que el gobierno se quite de una vez la máscara del “socialismo” y adopte medidas que permitan un ordenamiento económico en favor del pueblo, que, de momento, sólo recibe migajas.

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